Steve A. Stewart

Sus ojos verdes se pierden en el horizonte. Steve es ese chico que en clase siempre estaba mirando por la ventana, imaginando hasta dónde quería llegar ese polluelo que estaba aprendiendo a volar, jugando a vislumbrar la realidad en las nubes o, simplemente, pensando en qué sería de él en el futuro, mientras en un segundo plano, incluso tercero, las explicaciones del profesor se desvanecían poco a poco hasta desaparecer.

Ahora, ese futuro es su presente, y aunque Steve continúa siendo ese chico de la última fila, callado, soñador y, sobre todo, despistado, los años en él se preocupan de madurar un curioso talento natural para la investigación. Pero no todo es talento más tiempo. Steve, como tantos otros lo habían hecho ya antes de convertirse en importantes agentes del FBI, seguía con admiración los pasos del agente Patterson, toda una leyenda en el cuerpo federal.

"Se le ha asignado con un agente más veterano que pueda enseñarle a prestar más atención a los detalles, Stewart". Aquello distaba mucho de ser un halago, pero él guardaba con mucho cariño aquel comunicado que le situó junto a él, uno de los pocos que gozaban del derecho de ser escuchado por Steve, que seguía perdiéndose en los detalles aparentemente insignificantes, imaginando ahora cómo habría sido cada crimen. "¿Por qué está ese jarrón roto? ¿Fue un accidente? ¿Quizá la víctima se intentó defender con él?", y disfrutaba haciéndose preguntas que cada vez eran más complicadas de responder, soñando con llegar algún día a ser la mitad de lo que Douglas era.

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