jueves, 24 de octubre de 2013

Capitulo 12.

Seguía el ritmo de la lluvia sobre el asfalto con su tacón derecho.
Golpeteos vacíos. Fríos.
Entre el vaho que salía de entre sus labios carmín veía a aquel hombre gris, apagado pero con una pequeña llama dentro; muy dentro, sí; pero viva. Sabía que si seguía alimentándola, podría revivirlo.
Por un instante, por una maldita milésima de segundo, sintió dolor por haberle arrebatado a aquel hombre gris lo único que le daba color. Pero se le pasó en cuando éste puso sobre la mesa, entre tazas de café humeante, una carpeta gris. 
Un expediente aún abierto.
En el instante en el que Douglas abría la carpeta, a Violet le sonaba el móvil.
Hace años que no me llamas y me tienes que llamar en el momento más inoportuno dijo ella a modo de saludo. 
Deja de vigilar a la autoridad y dedícate a limpiar la sangre que has dejado aquí. Una melíflua voz la llevaba al pasado, llenándole la espalda de escalofríos.
Estoy ocupada —dijo, tajante. 
Ven al piso franco mañana a las doce del mediodía. Trae cervezas, retomemos viejas costumbres. La dejaron con la palabra en la boca y a Douglas a escasos metros de ellas. Se desbloqueó, esperó a que se alejaran otro par de metros y los siguió. En su cabeza intentaba trazar, paralelamente, un asesinato. Entre cervezas y a plena luz del sol.